Paréntesis largo: obviamente hay momentos cojonudos en mi vida, muy pero que muy felices sobre todo desde hace cuatro años para acá pero de adolescente y mis primeros años de etapa “adulta” (adultescente mejor dicho) me ha podido y podrido todo lo malo… Seguimos para bingo señores…
[/vc_column_text][vc_column_text]Como podrás imaginar, una depresión, un brote psicótico, ansiedad (cierro aquí la lista porque hay muchas enfermedades mentales pero estas son las más conocidas…) no aparecen de un día para otro. Son el fruto de un caldo de cultivo muy peligroso que se genera con una sucesión de acontecimientos que no sabes cómo gestionar (bueno tú crees que sí pero años más tarde descubres que no). Esto de que la mierda acumulada llegue un día en el que te termina por reventar es algo que me encanta como cuenta Ángel Martín en el su libro “Por si las voces vuelven”. Aunque quizá, él de esto se dio cuenta a posteriori, sin embargo yo sí me di cuenta de que algún piloto en mi cabeza fallaba y pude pedir ayuda (pero para enterarte bien de esta movida tendrás que leer el libro)Paréntesis largo: (de estos “paréntesis largos” vas a encontrar unos cuantos, avisadx quedas). Voy a contar cosas que me pasaron a mí de las que he reflexionado leyendo el libro y escuchando el podcast de Ángel Martín “Por si las voces vuelven”. Hay diferencias abismales entre su enfermedad y lo que yo padecí, pero también las hay entre dos personas con un diagnóstico parecido. Enfermedades, síntomas, cómo lo vives y cómo tratas de superarlo hay tantos como personas en el mundo. Tampoco pretendo impartir cátedra sobre ningún asunto, no soy profesional. Esto es una reflexión personal que no trata de estar por encima ni por debajo de otras experiencias, simplemente es una reflexión muy mía que he decido compartir por si a alguien le ayuda… Puede que haya encontrado la finalidad de esto sea lo que sea. Mira tú qué rápido. 🤯
[/vc_column_text][vc_column_text]Y es que es cierto, al final a mi la depresión me dio una gran bofetada el día que me di cuenta que mi pareja por aquel entonces no me quería pero yo a él sí. Si has leído este otro post, estoy segura de que pensabas que mi depresión empezó de “forma oficial” el día que murió mi padre, pero. Qué girito ha dado la historia, ¿eh? Anbelivabol… Aclaremos algo que esto que he escrito igual te lleva a confusión: Con la muerte de mi padre algo se rompió en mí y empecé a ir a terapia de inmediato porque sabía que no podía con esa situación, pasé por un duelo y en cuestión de 4-5 meses yo empecé a “estar mejor” (spoiler 2: no mi ciela). Lo que no sabía es que cuando yo pensaba estar mejor llegó la gotita que colmó el vaso y bum: María entra en depresión.Paréntesis largo por no darle demasiado protagonismo porque me toca soberanamente los cojones: yo a él le quise con todo mi corazón (como suelo querer a la gente) pero él a mí no. Bueno, realmente no le quise a él, yo estaba enamorada de la concepción que tenía en mi cabeza sobre él… Y es muy jodido saber que la imagen que tienes de alguien en tu cabeza no coincide con la realidad y más si es tu pareja… Además de eso, yo ya estaba un poco rota porque empecé con él al poco de morir mi padre, pero de esto hablaremos más adelante.
Te ha quedado claro, ¿no? Una depresión, un brote psicótico…, no aparece de un día para otro. Es el resultado de mucha, pero que mucha mierda acumulada y tu cerebro un día peta y dice: “mira, hasta aquí guapx, no puc mes”. Y hay gente que pasará por una depresión, otros por varias y habrá gente que no sufra nada porque, repito, hay tantos casos y situaciones como personas en el mundo, ponte a contar ya verás que diver. Otra cosa que me hizo reflexionar leyendo el libro es el uso tan brillante que hace del humor. El libro está lleno de referencias que dices “Pero Áaaaangel”, bueno, en mi caso era un más “Ole, choca las cinco” porque yo, bueno, yo y mi entorno, siempre hemos hecho uso del humor para poder curar, para sanar, para superar mierdas varias. Es más, nos autodenominamos “familia disfuncional perfecta” porque tenemos de todo: la paralítica, el gorda fan del k-pop, la gorda empollona sabelotodo y el padre cadáver…Tú fíjate. Bueno, continuemos. El humor. Si has pasado conmigo más de dos horas estoy casi segura de que me has oído decir “mi padre amochó”, “estiró la patita”… ¿Frívolo? Puede ser, pero te aseguro que en estos seis últimos años no ha habido un jodido día que no haya mirado los cientos de recuerdos que tengo de él por mi casa y decir “joder Chana, cuánto te echo de menos, cavrón”. Pero sin humor os aseguro que jamás hubiera superado nada de lo que me pasó. Porque esa es otra, que en terapia tú vas porque “no superas la muerte de tu padre” y terminas hablando del daño a tu ego de mujer que te provocó el primer tío que te dijo que no te quería, que tienes una percepción errónea de tu cuerpo porque durante muchos años escuchabas unas 900 veces la palabra gorda al día y algún traumita más…Te juro que yo en terapia flipé con los giritos que daba mi propia trama. Espero que hoy (si no lo sabías), aprendas que el humor es una herramienta más; es algo que una persona puede emplear para poder superar cosas y que es igual de válida que otras herramientas como el deporte, comer sano, pasear o viajar. (No seas un ofendidito de la vida, ¿vale? Venga, continuemos) Esto que viene ahora igual es un poco lioso así que trataré de dividirlo en parrafitos (profes de Lengua no me matéis):- Entre septiembre de 2015 y abril de 2016 yo fui como una medusa y fíjate si descubrir las similitudes que tenía con una medusa me marcó que decidí tatuarme una…
- Entre octubre de 2015 y febrero de 2016 fui al primer psiquiatra que me puso una medicación que me dejó bastante zombie y luego iba a terapia con un psicólogo conductista (spoiler 3: dejé de ir porque igual no todo dependía de mi conducta…).
Paréntesis no tan largo: Ten claro que si quieres ir a terapia y quieres que funcione, tienes que conectar con tu terapeuta, si no, jodido que puedas avanzar…
Cuando ví que no mejoraba pues decidí dejar de ir, me descargué Tinders y, ale, a disfrutar (jaja no, khapasao). Sigo:- En abril de 2016 empecé a hablar con una persona que había conocido en noviembre del año anterior pero con la que la cosa no fue a más (ya sabes, ligues tontos del Tinders…)
Paréntesis largo: no había sido consciente de la importancia de la empatía en mi vida hasta que me he leído este libro. Cómo relata Ángel este asunto me fascinó y realmente ha sido algo sobre lo que he pesando “Hostia tú, que hasta hoy no habías sido consciente de esto Mery, cómo no has reflexionado sobre esto” Porque si aún no lo sabes, mi cabeza no para ni medio segundo, yo siempre pienso, reflexiono, busco cosas que aprender… No sé frenar a mi cerebro…Cosas de tarada, supongo.
Cuando una enfermedad mental llega a tu vida no todo el mundo está preparado ni dispuesto a echarte una mano y acompañarte en todo el proceso. Y digo todo proceso porque primero tienes que darte cuenta (si tienes suerte), luego querer recuperarte y poco a poco tratar de sanar (y es largo, duro, difícil, en algunos momentos desesperante, pero se puede, jura’o). La empatía se vuelve un factor clave en la vida de una persona que sufre algo así. Que sí joder, que pa’ una fiestecita, pa’ un perreito estamos todos pero aguantar un buen chaparrón es otro tema… Y ya encima si ves que es tu pareja quien carece de empatía porque claro “cómo vas a llorar ahora por la muerte de tu padre si ha pasado ya un año”… Pero tú chaval ?¿?¿? (Es que de verdad que me hierve la sangre, te lo juro). Pues igual sí que te hundes un poquito en la mierda, ¿no? Como comprenderás en los 8 meses que duró esa relación yo jamás me sentí comprendida, escuchada, apoyada… Me sentía forzada, menospreciada y, joder, yo no quería estar triste todo el día, sin ganas de hacer cosas, con esa sensación de no saber quién eres, pensamientos intrusivos… Creo que es algo de cajón de madera de pino… Pero esta persona eso no lo debía de entender y su falta de empatía y respeto, mi mierda acumulada, la situación que tuve en aquel momento hicieron que mi cerebro colapsara y pum: nada. El día del colapso cerebral (lo llamaremos así porque hay que poner más dramita al asunto) lo recuerdo perfectamente (junio de 2016, recuérdalo porque hablaremos de esto más adelante) porque además tuve un broncón del copón con esta persona. En cuanto pude, busqué refugio, busque a Daniel, mi mejor amigo, y le dije: “Gor, creo que estoy mal…” Por suerte (o desgracia), él había pasado por algo parecido y con solo mirarme a los ojos supo que yo estaba rota, pero muy que muy rota. Tan rota que ahora mismo recordando esto tengo los ojos llenos de lágrimas… Es que tiene tela… En ese momento (ahora tampoco la verdad) no sabía cómo explicar lo que me pasaba, me sentía muy sola, desamparada, no veía a mis amigos como un apoyo…De lo que sí fui capaz fue de pedir ayuda porque veía que solo un profesional podría brindarme la ayuda que realmente necesitaba…Paréntesis largo: Desde que pasó lo de mi padre (septiembre de 2015) hasta que pedí ayuda porque estaba rota (septiembre de 2016) tuve pensamientos sumamente egoístas porque, como es lógico, mis amigos tenían una vida que vivir pero como yo estaba estancada y anclada a un sentimiento de dolor creía que ellos pasaban de mí, que me ignoraban, que no me querían, etc. Pero eso es solo un pensamiento que tienes cuando no estás bien de la azotea aunque si les dices en voz alta que son mala gente y que pasan de ti cuando estás mal (ahí, metiendo bien el dedito en la llaga que probablemente tengan por no saber qué más hacer para ayudarte), hay gente a la que herirás… Si alguna vez te herí y estás leyendo esto, y como bien me ha aconsejado Ángel, te pido perdón.
Yo en ese momento no lo vi y quizá fue lo que me llevó a pedir ayuda. Pero gracias a este libro y años de esforzarme por ser una mejor versión de mí misma, me he dado cuenta de que mis amigos sí que estuvieron ahí para mí, sí que fueron empáticos conmigo… Pero el problema de raíz, toda esa mierda solo la podía solucionar yo, solo dependía de mí. Como diría Noemí Argüelles “es que es para reflexionar, ¿eh?”. En definitiva la empatía es muy necesaria. Entender, comprender y, sobre todo, no juzgar. Aunque también te digo, sin abusar, victimismos aquí no, gracias.Paréntesis no tan largo: Gracias a mis amigos y a mi familia por demostrarme lo que es el amor puro, lo que es aguantar contra viento y marea. Por quererme y quererme bien. Os adoro.
Olrait, prosigamos… ¿Recuerdas que te dije más arriba que te acordaras de junio de 2016? Pues es porque tiene que ver con esto: Yo en junio de 2016 me doy cuenta de que estoy rota pero coño, llegaba el veranito, planes de pareja, fotitos pa’l Instagram de postureo, cumplir mis sueños absurdos y poco realistas con mi pareja (qué cringe la virgen)… Total que decido que la depresión me siga comiendo un par de mesecitos más porque total, si ya llevo más de 16 años aguantando y tragando mierda, qué son 2 mesecines más, ¿no? Pero efectivamente esos dos meses supusieron que llegara septiembre, el cabo de año de mi padre y que yo terminara de reventar. Aquí es donde la paralítica de la que te he hablado antes entra en acción. La paralítica aka Toñi (que es la persona más fuerte y valiente que conozco) y que resulta que es mi madre, fue quien movió cielo y tierra para dar con el mejor psiquiatra de Madrid (y así fue).Igual me matas, pero aquí va otro paréntesis: a mi madre yo le cuento todo lo que me pasa desde pequeña. Soy muy mía, muy expresiva, muy dramas y ella me ha dado siempre la confianza y seguridad para poder contarla cualquier cosa. Si conoces a la Toñi sabes que no necesitó un Máster del MIT para saber qué tenía que hacer. Sabe cómo soy, dónde flaqueo, la mierda de relación que tenía y que, por supuesto, no “estaba mejor” por la muerte de mi padre…
Yo a mi primera cita con el psiquiatra (Enrique, si lees esto: gracias) fui porque “no supero la muerte de mi padre” él me dijo “¿estás segura?” Y yo pensé, ahora resulta que este pavo me va a decir a mí por qué me siento mal, ¿no? Venga hombre… Pero oye, esa pregunta me la hacía todos y cada uno de los días de terapia hasta que un día que le dije: “Enrique, tienes razón, el problema que tengo es mi relación y que yo no sé querer” Juraría que con esa frase los ojos le hicieron chiribitas. Y después de dejar de pensar que todos mis males venían por la muerte de mi padre (spoiler 4: yo no tenía depresión por la muerte de mi padre, yo estaba viviendo un duelo que tiene muchas fases) llegaron los giritos en mi terapia… Desde ese momento empezó a salir tooooooda la mierda. Que si el bullying, que si mis complejos físicos, que si mi complejo de inferioridad, que si mi perfeccionismo, que si mi mal carácter, que si… Bueno, eso, mucha mierda.Paréntesis largo: Enrique me puso medicación, escitalopram se llamaba, que fue una pastilla que yo tomé durante 3 meses que me ayudó muchísimo a poder con la terapia y a poder desenterrar toda la mierda acumulada que yo había sepultado… Si has pasado por algo parecido sabes de lo que hablo. Es jodido.
Enrique es un tipo fascinante que me caló desde el principio, me daba la dosis justa de caña y comprensión en cada cita y, por supuesto, detectaba mis mentiras a medida que se iban cociendo en mi cerebro. ¿Mentiras? Sí, sí, mentiras. Tú no vas a terapia y te abres en canal desde el primer minuto (al menos yo). Y, ¿cuál fue mi mayor mentira? Las drogas. En esa primera cita de tanteo, de conocerme, él me disparó unas 60 preguntas y yo tenía 10 segundos (puede que menos) para contestar sí o no. Pues llegó: “¿tomas drogas?” “Sí”. Él se rió y me dijo que algo suponía (la mentira viene un pelín más adelante, yo no tengo problema en reconocer mis actos, no me gusta mentirme en exceso).Paréntesis no tan largo: Probar he probado varias drogas, éxtasis, MDMA, hachís y anfetas, pero a la única a la que me he enganché fue a la marihuana (más sativa que índica por si te pica la curiosidad).
¿Tú sabes la cantidad de efectos que tiene la marihuana en una persona con tendencias depresivas, una personalidad hipersensible y que, para colmo, tiene depresión? Pues que te montas unas películas en la cabeza que son dignas de Óscar.Paréntesis largo: en el libro también verás que Ángel habla de drogas, creo que es algo que se sabe ya. Él abusó de la hierba y del éxtasis… Me perturba y a la vez me fascina saber que toda persona que conozco que ha pasado por movidas raras en la cabeza ha abusado en algún momento de algún tipo de droga ya sea legal o no (porque el alcohol también es una puta droga por muy aceptada que esté)
Cuando te digo que yo fumaba, no era un canuto de vez en cuando, no. Yo me hinché muchos años la cara a porros. Y si lo juntas con depresión y medicación la bomba es de relojería a puntito de estallar… Yo a Enrique le prometí que no fumaría más* , que lo dejaría para que la terapia funcionara como tenía que funcionar pero yo me las ingenié para que si la cita era un martes, el lunes trataba de fumar poco o nada… Eso sí, según salía de consulta me hacía unos petas que ni la antorcha de la Estatua de la Libertad. Como podrás intuir, Enrique no se tragó ese juramento de “no voy a fumar más” es que no me lo estaba creyendo ni yo cuando lo dije… Pero él continuó con la terapia y controlando muy de cerca la medicación (puede inferir y provocarme movidas más tochas, puedes buscar en Google marihuana y escitalopram, ya verás que cóctel molotov).* Buah venga, mátame, paréntesis largo: a mi no me puedes obligar a esto o aquello, tengo que decidirlo yo, sopesarlo yo… A mi que me prohibiera los porros me sentó como el culo porque yo no veía nada malo en ellos… A mi “me ayudaban”… (spoiler 5: igual no) y encima por aquel entonces nadie de mi entorno veía mal que fumara salvo mi madre, pero bah, pa’ que la iba a hacer yo caso. (máma, si lees esto: puntito para ti, una vez más).
El problema con las drogas, como sabrás, nace cuando abusas de ellas, cuando pasan a ser quienes controlan tu vida, preferir quedarte en casa a troncharte la cara a canutos a salir con tus amigos, cuando tienes que hacer cálculos de “bueno igual si lo llevo aquí no me la pillan”. Es que tío, te juro que me resulta muy ridículo decir esto ahora mismo… Desde que me mudé a Madrid en 2013 hasta octubre de 2019 fumé porros prácticamente a diario en cantidades considerables. Antes, durante y después de ir a clase, en casa, en el parque, en el coche, de fiesta… Fumé durante el cáncer de mi padre, cuando la palmó, en el entierro. Fumé cuando empecé la primera terapia, medicada y después de mi alta médica en 2017. ¿Le veía problemas? no. ¿Veía que me hacía daño? no. ¿Veía que empeoraba mi depresión? para nada. ¿Consideraba que me ayudaban? sí. Y como he dicho antes, terminé la terapia y recibí el “alta” médica, creo recordar, en junio de 2017 y seguí fumando tanto o más que antes… Creo que ha quedado claro: fumaba, mucho. ¿Funcionó la terapia? sí. ¿Me dio herramientas? muchísimas. ¿Me recuperé del todo? No. Mi recuperación total no llegó hasta que los porros desaparecieron de mi vida (tal y como había dicho el psiquiatra, qué casualidad) y decidí tomar las riendas de mi vida (decisiones conscientes, disfrutar del presente, escuchar, observar, movidas que aprendes en terapia que pensabas que ya hacías. Spoiler: no tenías ni puta idea María, pero todo ok). Para que te hagas una idea de lo que han sido los porros en mi vida: Desde mi “alta” hasta el día de hoy he tenido que irme más veces del Fabrik por ataques de ansiedad que por no poder más con el ciego que llevaba (inducidos por los porros estoy segura casi al 99%). He tenido más crisis de identidad que que Bad Bunny números uno (te juro que he pensado dejarlo todo unas 1000 veces en el último año, si no, pregúntale a Ángela la de Facetimes que hemos hecho llorando juntas porque se me pira la cabeza y le digo que ya no puedo más, que dejo Besteam, corre, corre, pregúntale). Y después de dejarlos tuve movidas en la cabeza muy turbias pero a los meses de haberlos desterrado de mi vida por completo por fin vi con claridad eso que tanto anhelaba: tranquilidad*. Aquí creo que de verdad me recuperé de mi mierda (al menos en un 90%, hay un 10% que siempre me acompañará y con la que sigo aprendiendo a convivir).* Cabe destacar que las personas que estaban a mi lado cuando tomé esta decisión me han apoyado hasta el día de hoy y están más orgullosas que yo de mis propios logros.
Y, por último, llega la etapa que en el libro de Ángel Martín se llama “La Reconstrucción” que para mí fue parecida aunque no fue una reconstrucción, fue más un replanteamiento de vida, un cambio de hábitos, un… Una movida en la que sigo inmersa. Y llegó una vez me dieron el famosísimo “alta médica”. No sé si tienes carnet de conducir pero el día que te dan el alta te sientes como el día que te dan el carnet. Dices vale, ya sé todo lo que tengo que saber y sé que puedo conducir y pilotar por mi cuenta pero te falta la seguridad que te aporta el profesor sabiendo que ante cualquier cosa va a ayudarte y vas a estar a salvo. Ahora es cuando te toca demostrar que sabes lo que haces y solo te queda que esperar a mejorar a base de experiencia. ¿El alta significaba estar bien? No, significaba que la terapia ya no iba a aportarme nada más y me tocaba aplicar lo aprendido por mi cuenta… Corté relaciones que no me aportaban nada, conocí gente nueva, traté de mejorar aspectos de mi personalidad y carácter que no me gustaban (sigo en ello porque va pa’ rato), empecé a ver todo lo bueno que tenía y a darle el valor y la posición que se merece. A no machacarme, a ser más sincera conmigo misma… Un camino que comenzó en junio de 2017 y que continúa a 11 de enero de 2022… Porque mira que han pasado cosas desde entonces, pero no han podido otra vez conmigo… ¿He estado mal? ¿he llorado? ¿he tenido ganas de abandonar? ¿he sentido dolor? ¿he sentido frustración? Sí a todo. Por supuesto, pero quizá todo lo que aprendí en terapia sí que ha servido de algo (a pesar de los porros y todo). Y sí lo que conté en “Es mundo no está en tu contra” es verdad pero era solo el iceberg de lo que escondía mi baúl de mierda y lo que aprendí en terapia. Así que ya sabes, si aún no lo has leído te invito a que lo hagas y descubras alguna herramienta más por si algún día la depresión asoma la patita en tu vida. Igual le tengo que dar las gracias a la depresión por haber pasado por mi vida y haberme forzado a ser quien soy hoy. Y ya otro día si eso hablamos del bullying pero por hoy ya es bastante. Gracias por leer esto.